viernes, 16 de diciembre de 2016

9 meses de huerto

Hoy ha sido la clausura del plan local y el huertódromo ha participando leyendo este bonito texto. Un resumen de estos 9 meses tan emocionantes.

Todo empezó en Abril, en realidad no, había mucho trabajo detrás… pero digamos que en Abril fue cuando pudimos empezar a cultivar, que al fin y al cabo es un huerto y de eso se trata. Y como no hay mucho tiempo empezaré por ahí. 
En Abril empezamos con el huerto de “La Semilla” en el centro social del polígono. Se construyeron mesas y se empezó a cultivar y a crear un grupito de gente más o menos asidua. Además también se empezaron a dar los primeros pasitos de la Red de Huertos de Toledo. 
Después en Septiembre ya vino el huertódromo, mogollón de tierra para cultivar, crear, soñar… y todo en bruto, se necesitaba mucho trabajo.
Dos espacios muy distintos pero un espacio no tiene sentido sin el otro, se complementan. 
En ambos espacios tenemos la  misma filosofía y objetivos  y la gente se acerca con los mismos anhelos, curiosidades, ganas de pertenecer a un sitio, de crear algo grande, bonito y bueno. 
Después de estos 9 meses hemos conseguido muchas cosas.

Lo primero, hemos llegado a mucha gente, y cuando digo mucha es mucha. Ahora mismo el “nucleo duro” somos aproximadamente 20 personas, otras 30 que aparecen de vez en cuando, a saludar, darnos ánimos o incluso a ayudar un poquito y en todo este tiempo hemos llegado a mucho más de 500 personas y creo que estoy tirando por lo bajo. ¿Y nuestra meta? Llegar a las 20.000 vecinos del polígono, y por que no, a los 80.000 de todo Toledo. Es difícil, nombrar algún proyecto que con tan poco haya logrado llegar a tanta gente. 
Lo segundo, estamos perteneciendo a algo, poniendo un granito de arena de algo muy grande y algo muy bonito, de manera altruista. O quizá no tan altruista, pq todo ser humano necesita sentirse parte de algo, y ese orgullo que te entra cuando ves el trabajo terminado, o ves que esa semilla que sembraste es ahora enorme y te lo agradece con sus frutos o ese transeúnte que te mira y continua andando con una sonrisa, o te pregunta y te cuenta como su abuelo le enseño a plantar esta o aquella planta. Y eso no tiene precio. Por que ese transeúnte antes pasaba por un solar abandonado, normalmente lleno de hierbajos y lo miraba y se cabreaba solo de verlo. 
También estamos aprendiendo, pero no con un libro, aprendo de mi compañero, de sus conocimientos, pero también de sus habilidades. Aprendo que lo que antes era un residuo puede tener otro uso, que soy capaz de construir una mesa con unas maderas que iba a tirar y que puedo curarme un constipado con una planta que antes pensaba que era una mala hierba. Y yo también enseño, cosas que ni  pensaba que sabía o que no pensaba que fueran importantes, cosas que me enseñó mi madre, mi abuela o que no se muy bien por que las se. 
Conozco también al vecino, al que no había saludado nunca, por que era diferente o por que simplemente no había coincido con él. Y de repente veo que es una bellísima persona y que si no hubiera salido de mi círculo, de mi zona de confort, nunca le hubiera conocido. 
La importancia de este tipo de proyecto es ver que con una sola herramienta puedes trabajar muchísimas cosas. Y como las personas, de manera individual, colectiva y el mismo barrio sale ganando. 
Muchos nos dijeron al principio que esto era una locura que no iba a salir que ya se había probado y no podía ser. Y por supuesto que es difícil, pero aquí estamos 9 meses después con un huerto en plena adolescencia y que va creciendo con muy buena salud, pero aún necesita muchos cuidados para que no se eche a perder todo lo logrado.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario